La antigua Grecia

Para poder situar correctamente a la antigua civilización griega, primero debes saber localizar bien en el mapa dónde se encuentra el país de Grecia, el cual encontrarás en la zona sudeste de Europa, siendo un archipiélago formado por numerosas islas independientes. A su vez, debes saber también que dicho periodo se dividió en tres etapas importantes: el periodo arcaico, el periodo clásico y el periodo helenístico o grecorromano.

Sería en el periodo arcaico, el cual situamos aproximadamente entre el 1200 a. C. y el siglo VI a.C., donde comenzasen a emerger los nuevos asentamientos tras la Edad Oscura, con colonias y ciudades-estado que irían alcanzando de nuevo importantes desarrollos y avances, como un sistema de escritura basado en el alfabeto del pueblo fenicio. Dichos avances permitirían que algunas ciudades-estado fuesen destacando sobre otras, como ocurrió con Esparta, Atenas o la ciudad de Corinto, fortaleciéndose cada vez más y formándose pronto en ellas estructuras sociales más complejas o incluso las primeras instituciones políticas.

Debes saber también que los griegos denominaban a sus ciudades “polis”, y que Atenas sería sin duda la más conocida de todas, símbolo de la auténtica cultura griega o helenística que conocemos hoy). De este modo, cada ciudad o polis iría teniendo con el tiempo su propio gobierno, así como una zona más alta a la que se llamaba “acrópolis”, donde solían situarse los edificios más importantes, aunque no sería hasta el periodo clásico (entre los siglos V y IV a. C.) cuando de verdad floreciese aquella civilización y se convirtiese en un centro cultural y político de vital importancia, fundamental para el avance de la sociedad del mundo antiguo.

Y es que los griegos serían los responsables de crear cosas tan importantes como la filosofía, la democracia o el concepto de ciudadanía, así como de contribuir de manera importantísima en el desarrollo de la poesía, la literatura o el arte en todas sus formas, como el de la arquitectura (siendo los templos o los teatros algunas de sus construcciones más conocidas, como “El Partenón de Atenas”) o la escultura. ¡Una de las estatuas más famosas fue la de “El Discóbolo de Mirón”! ¿Has oído hablar de ella?

Aunque cada polis griega tenía sus propias normas y ritmos, en la antigua Grecia la gente era muy trabajadora, y madrugaban para dedicarse cada uno a su labor, que podía estar relacionada con el arte, la arquitectura, con la agricultura, con el comercio, con la política, con la milicia…También los niños pequeños, varones e hijos de familias adineradas, podían acudir a la escuela, donde aprendían las bases de la filosofía, las matemáticas o la astronomía, pilares fundamentales de aquella sociedad.

Los griegos dividían a su población en dos grupos bien diferenciados, los ciudadanos libres y los esclavos. A su vez, el primer grupo se dividía en “ciudadanos” y “no ciudadanos”, siendo el segundo (el de los “no ciudadanos”) el grupo más numeroso, formado por los extranjeros y las mujeres libres, que no podían participar en la democracia ni en las conversaciones que se mantenían en el ágora o plaza por regla general, que era un espacio público primordial para la vida pública de los griegos y donde se reunían a charlar de asuntos importantes y de interés para todos, especialmente de política. Aunque también sería importantísimo el ejército, que se dividía en dos partes: el ateniense y el espartano, es decir, con miembros de las dos principales polis griegas.

Finalmente, sería bajo el gobierno de Alejandro Magno (en torno a los años 336 y 323 a.C., ya entre el periodo clásico y el periodo helenístico) cuando la antigua Grecia llegase a su verdadero apogeo y comenzase a extender su dominio pleno por otras zonas, como gran parte de Europa o del Asia occidental, y así hasta el 31 a.C., cuando Roma derrotó a Egipto en la conocida como Batalla de Actium iniciando su propio imperio y hegemonía en el mundo occidental, no sin antes copiar buena parte del importantísimo legado cultural griego, que aún perdura en nuestros días.