Los puntos cardinales
Cuando se trata de aprender los conceptos de izquierda y derecha, si bien es cierto que al principio puede ser algo difícil, al final los niños siempre terminan logrando comprender la diferencia entre uno y otro. Sin embargo, en cuanto a los puntos cardinales se refiere, lo cierto es que el proceso suele resultar más confuso, pues las ubicaciones son mucho más abstractas. A este aprendizaje le llamamos “conciencia espacial”, y es la capacidad de comprender los objetos en el espacio, así como su posición en el mismo, lo cual estudiamos en Geografía.
El hecho de aprender a distinguir direcciones simples, como la izquierda o la derecha, es algo que el niño aprende con relativa facilidad, pero distinguir los puntos cardinales significa entender que hay una sensación de permanencia y que las direcciones no se mueven, sino que nos movemos nosotros y debemos saber orientarnos para hacerlo. ¿A que suena complicado?
Los puntos cardinales y el origen de la humanidad
La conciencia espacial es la que nos permite comprender el concepto de direcciones y puntos cardinales, que no son otra cosa que los cuatro puntos de una brújula. Saber dónde se encuentra el norte, el este, el sur y el oeste es importante para cosas como la navegación, para saber moverse por un lugar desconocido, para saber dónde puede estar un río, el mar…para poder describir, en definitiva, la ubicación relativa de las cosas. Además de la brújula, la llamada “rosa de los vientos” es una figura de tipo geométrico circular, que engloba no solo los 4 puntos cardinales principales, sino también las 32 direcciones o rumbos que, en total, tiene la vuelta entera al horizonte.
El hecho que la humanidad conozca los conceptos de Norte, Sur, Este y Oeste, es un detalle curioso e interesante, pues prácticamente todas las culturas de la Tierra han usado los llamados puntos cardinales (o por lo menos una idea similar a los mismos): desde las culturas nativas americanas, hasta las primeras europeas o los aborígenes australianos… ¡Todas! Por ejemplo, en la cultura asiática, era común asociar cada punto con un color determinado, aunque la función al final era la misma, la de poder orientarse.
Probablemente, la idea de los puntos cardinales surgió por parte de los primeros pobladores como fruto de la observación del movimiento de la Tierra respecto al Sol y de la posición de estos astros en el cielo durante largos períodos de tiempo. Quizá, mientras observaban el cielo, se dieron cuenta de que cuando el Sol salía por un lado se ponía por el otro, o de que en ángulo recto está la Estrella del Norte, que nunca se mueve, o una constelación estelar equivalente…y de ese modo comprendieron que podían deducir una cuarta dirección, y de ahí nació la idea de los puntos cardinales.
Los puntos cardinales como referencia universal
Para que los seres humanos se pudieran ubicar en un determinado lugar, usaron elementos de referencia que fueran iguales y permanentes en el tiempo, es decir, que fue algo instintivo. El Norte y el Sur son fáciles de distinguir, pues son las direcciones del eje de la Tierra, y a raíz de ahí, el Este es la dirección del amanecer y el Oeste la dirección del atardecer.
Y de esta forma debió ser cómo los hombres fueron dando nombre a las cuatro direcciones del planeta, que en la mayoría de idiomas significan más o menos lo mismo.
Tierra, ejes y hemisferios
Aunque usemos una máquina del tiempo y viajemos a una época determinada, antes de que nadie supiera que la Tierra giraba sobre su eje, íbamos a ver que la gente era consciente de que el cielo parecía girar alrededor de la Tierra, o que giraba invariablemente del eje norte-sur en dirección este-oeste. Así, la mayor parte de la gente del hemisferio norte tenía como referencia en el cielo a la Estrella del Norte, e instintivamente estaban de acuerdo en que estaba cerca del eje norte de rotación. Esto quiere decir que cualquiera podía intuir las direcciones de la Tierra, aunque no tuvieran nombre, pues podían verlas sin importar en qué lugar vivieran del planeta.
Y así debió ser cómo, cuando las diferentes culturas se encontraron, descubrieron que ya conocían las mismas cuatro direcciones, sin necesidad de organizar una convención para hablar sobre el tema. ¡Era la práctica la que hacía que los primeros humanos fueran comprendiendo las cosas!