Todos lo hemos visto en fotos, libros y dibujos, pero ¿qué son estas piedras de Stonehenge en realidad? Hay muchos misterios con respecto a las famosas rocas de Stonehenge, y hoy vamos a aprender un poco más sobre ellas.
Antes de nada, las debemos definir como un monumento megalítico, es decir, una figura compuesta de piedras enormes. Algunos ejemplos de monumentos megalíticos son las reconocidas figuras de Stonehenge o los gigantes de la Isla de Pascua. En cambio, la palabra ‘cromlech’ se usa para mencionar figuras de piedras de tipo circular, que sirven como muro o como tumbas.
El crómlech de Stonehenge se encuentra ubicado en el condado de Wiltshire, en Inglaterra. Además de las piedras enormes, Stonehenge también está conformado por fosos, montículos y un campo abierto. Para la edificación se usaron diferentes tipos de piedras, como la arenisca y la piedra azul, que es un tipo de roca de origen volcánico.
Origen de Stonehenge
Según varios estudios, las piedras de Stonehenge fueron erigidas a finales del periodo Neolítico, alrededor del año 3.100 a.C. Comenzó siendo un foso circular de al menos 110 metros de diámetro, y esta fue su primera fase de construcción. La segunda comenzó cien años después, con figuras de madera en el interior del foso. La tercera fase ocurrió en 2.600 y 1.600 a.C., que fue cuando se colocaron los bloques de piedra.
Los bloques de la zona interior pueden llegar a pesar entre 2 y 5 toneladas, lo que significa que su construcción fue bastante difícil, pues las personas en esa época no tenían las máquinas ni los equipos necesarios para manejar grandes pesos, por lo que tuvieron que usar varios sistemas de poleas, madera circular y tablas para lograrlo.
Y si piensas que eso fue mucho, imagina las piedras de la parte exterior, que llegan a pesar hasta 30 toneladas… ¡casi la mitad de lo que pesa una ballena! Por eso se cree que se necesitaron hasta 600 personas para poder transportar las piedras a sus lugares respectivos.
Uso de Stonehenge
Hasta la fecha no ha habido una respuesta definitiva con respecto al uso de esta edificación, aunque se dice que tenía valores religiosos, funerarios o astronómicos, es decir, que se usaba para calcular movimientos de la Tierra, la luna y las estrellas. Algunos dicen, incluso, que fue construido para rendirle culto al sol.
Algo que se usa para comprender el propósito de Stonehenge es entender cómo se comportaban las personas en ese periodo, siendo un grupo de comunidades agrícolas que dependían de las estaciones del año para sus cosechas. Por eso, cuando hicieron la edificación, pudieron pensar que esto les ayudaría a entender las estaciones y así usarlo como ventaja. Es decir, que Stonehenge podría haber sido una especie de calendario antiguo. Incluso existe la idea de que las piedras tenían un uso medicinal, pues en la antigüedad se pensaba que el polvo que salía de raspar las rocas lograba curar y cicatrizar heridas.
En cualquier caso, actualmente Stonehenge es un lugar histórico y sobre todo turístico, donde cerca de él se venden varios productos sobre el monumento, existen restaurantes para comer y para pasar un rato entretenido o relajante rodeados de naturaleza.
Un dato curioso es que Charles Darwin, el naturalista que desarrolló la Teoría de la Evolución, visitó Stonehenge poco antes de morir. Sin embargo, no fue por las piedras, sino para estudiar una población de lombrices cerca de allí. Entre sus resultados, aseguraba que las piedras se hundieron solo un poco a causa de estas lombrices y sus túneles subterráneos.